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Con cierta frecuencia, las recetas tradicionales, arraigadas  en nuestras costumbres y hábitos alimenticios desde generaciones, no sólo suponen un importante activo gastronómico, sino que desde la perspectiva nutricional pueden constituir un saludable aporte en nuestra dieta diaria. Como muestra de ello, os presentamos un estudio sobre algunos de los aspectos más significativos que el análisis nutricional de nuestro Turrón de Yema Tostado nos ha mostrado.

La alta proporción en almendra del Turrón de Yema Tostado supone, desde la estructura de composición de sus lípidos, una saludable fuente de grasas monoinsaturadas (67,79%) y poliinsaturadas (18,57%) que actúan ayudando eficazmente en la reducción del colesterol “malo” y reequilibrio del “bueno”.

Otro aspecto de interés nutricional es su aportación de vitamina B3 (Niacina presente en 1,06 mg por 100 gramos) y de vitamina B2 (Riboflavina presente en 0,22 mg por 100 gramos). La vitamina B3, entre otros aspectos, tiene una favorable influencia sobre el sistema nervioso, contribuyendo a su correcto funcionamiento, sobre el sistema circulatorio, con su acción vasodilatadora que disminuye la presión arterial, además de ayudar el cuidado de la piel. Por su lado la vitamina B2, presente aquí en menor proporción, opera como un poderoso antioxidante

En cuanto a la contribución en nutrientes minerales de nuestro más conocido turrón, encontramos también en su examen algunos atributos de interés. Su aporte de Fosforo es de 0,16 gramos (por 100 gramos de producto) y este nutriente, en términos generales, aporta diferentes beneficios como potenciar la memoria, facilitar las digestiones o mejorar el estado de ánimo. También es destacable su contenido de 0,10 gramos de Calcio (por 100 gramos de producto) que, en conjunción con la significativa presencia de magnesio en la almendra, ve facilitado su aprovechamiento por nuestro organismo y posibilita que se activen sus beneficios fundamentales, entre los que podríamos destacar su ayuda en el crecimiento y mantenimiento de los huesos, sus efectos anti cancerígenos o su eventual función en el control de peso.

Todos estos aspectos, sumados a los ya de sobra conocidos de carácter organoléptico, suponen un significativo refrendo al agradable hábito de consumir nuestra más célebre variedad de turrón, que en cantidades adecuadas puede formar parte, como un elemento más, de una dieta variada y equilibrada.